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EL PEQUEÑO LIBRO QUE AÚN NO TENÍA NOMBRE de José Antonio Millán

Editorial: Siruela; Colección: Las tres edades. Madrid, 2002. Nº Págs.: 86

Narrativa

LECTURA RECOMENDADA PARA:12-13 años (lector SALGARI) 1º de ESO

RESUMEN: Este breve cuento narra las aventuras de un pequeño cuento que no crece. Su padre (“un tomo estupendo de Derecho Civil”) y su madre (“una revista científica” ) están muy preocupados porque la extensión de su hijo no alcanza más de “Érase una vez…” y “Fin”. Aprovechando la salida de sus padres, el Puentecito emprende un viaje pro los estantes más altos de la librería a fin de encontrar la Enciclopedia. La Cocinera y el Código de Circulación acuden en su ayuda, al tiempo que organizan un variopinto Grupo de Búsqueda. La solución a su problema no es fácil: en la entrada “Cuento” de la Enciclopedia no le dan respuesta, ni en la de “Autor” pueden ayudarle. En su itinerario descubre libros desvalidos y aquejados, como la Fotocopia (triste por su pésimo estado de impresión y conservación), y a otros libros atacados por las “lepismas”, esos bichitos que devoran las letras hasta despojar de sentido las palabras. Al final sólo queda la certeza de que no es necesario obsesionarse por ser de otro modo diferente, Y una moraleja: el destino no es un viaje donde hay respuestas, sino que la respuesta está en el camino, en el aprendizaje sin urgencias.

INTERÉS Y POSIBILIDADES DIDÁCTICAS

Ø Nos encontramos ante un libro original, de cuya lectura, y de manera simbólica, podemos deducir un mensaje hermoso: la necesidad de aceptarse uno mismo, así como la conveniencia de ser paciente en el proceso de aprendizaje sapiencial (conocimientos) y vivencial (las actitudes vitales).

INICIO DEL LIBRO:

Esto érase una vez un Cuentecito muy pequeño, muy pequeño, que no levantaba más que dos líneas del suelo: “Érase una vez…” y “Fin”.

      Su mamá era una Revista Científica muy importante, que cambiaba todas las semanas de portada, y su papá era un tomo estupendo de Derecho Civil. Antes de irse a la cama, el Cuentecito entraba en el estante de su padre, y allí estaba él siempre reunido con otros tomos muy serios, pero entonces interrumpía lo que estuviera haciendo y daba las buenas noches a su pequeño, y hasta le dejaba jugar con la cinta de registro, que era suave y colorada, y acababa en una borla que al Cuentecito le gustaba mucho

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